sábado, 2 de abril de 2016

Kazimierz y Anna Wielowieyski




Conocí a la señora Anna en Buenos Aires. Yo tenía poco más de 20 años. Era una anciana vestida de negro, con el pelo muy blanco. Hablaba poco. Miraba de manera penetrante y de ella fluía un aura de seriedad y respeto que nunca antes había sentido tan concentrados en una persona. Al conocer su historia, aprendí un poco lo que ha sido el comunismo y palpé el sufrimiento que ha vivido el pueblo polaco.



Foto: Los Wielowieyski reunidos con ocasión del primer aniversario de casados de Anna y Kazimierz. 1935.

Junto a sus dos hijas, María y Teresa, los Wielowieyski vivieron hasta 1939 en Drohiczówka, Polonia, en una casa del padre de Anna, Tadeusz Cieński, político y diputado, senador de la Segunda República Polaca. 

En 1939, Kazimierz fue tomado prisionero por los soviéticos y asesinado en Starobilsk, en lo que hoy se conoce como la matanza de Katyn. Fueron muertos cerca de 220.000 hombres, entre militares, policías y casi la totalidad de la intelectualidad polaca, profesores, artistas, investigadores e historiadores, así como sacerdotes. De este modo, Stalin pensaba arrasar con toda oposición al comunismo. 

Anna Wielowieyska y sus hijas fueron deportadas a Kazajstán. En 1942, consiguieron abandonar el lugar gracias al cambio de la situación política al empezar la guerra entre la URSS y el Tercer Reich. Se dirigieron primero a Samarcanda, después a Krasnovodsk y allí se embarcaron a Pahlevi en Persia, para seguir a Teherán, donde vivieron tres años. Posteriormente, siguieron a Líbano. En 1948, no lograron salir a Inglaterra a reunirse con su hermano.  

Temiendo regresar a Polonia, Anna Wielowieyska decidió marcharse con sus hijas a Argentina. El 14 de septiembre de 1948 llegaron a Buenos Aires. 

Lirios en Curacaví


Estos lirios maravillosos están en la parcela de mi querida tía Juani en Curacaví. Su color intenso no es un truco fotográfico. Se trata de una especie rara cultivada por un criador holandés. Fascina verlos teniendo por fondo un rustico parrón, acompañados de lirios amarillos, que es el color complementario al morado.
Espero la llegada del invierno para extraer papas de estos lirios y plantarlas en mi jardín de Algarrobo.